martes, 27 de octubre de 2015

POR EL ARTE A LA TRASCENDENCIA

POR EL ARTE A LA TRASCENDENCIA


Claustro y campanario de El Paular en noche de luna llena

            Todavía quedan 'flecos' de la vivencia veraniega. En las últimas ocasiones nos hemos explayado comentando los hallazgos de un recorrido que nos ha llevado, siempre mediante una vivencia de amistad, que ha dado un matiz humano de especial calidad, a una experiencia artística inolvidable. Pero se nos ocurre, como una cierta síntesis abstracta de lo vivenciado, ofrecer un comentario sobre lo que ha sido la contemplación de los monumentos de arte, incluidos desde luego los pertenecientes a los espléndidos recintos monacales de El Paular, Silos y El Parral, con sus dependencias específicamente cultuales (templos y capillas interiores). Nos hemos empapado de arte, sobre todo románico, con enorme satisfacción.              
           
            Tanto en los cenobios habitados por monjes como en las iglesitas rurales o de pueblos más extensos, la contemplación de su recinto, el encuentro con esas bellas estructuras arquitectónicas e imágenes que pueblan portadas y capiteles, ha habido y, en cierto modo es lo que permanece, además del recuerdo, una experiencia de proyección del yo, de la persona total, hacia un plano que supera el nivel de lo meramente estético, con ser éste un nivel ciertamente apreciable y digno de estima. Pero ha habido algo más, un como 'empuje' hacia arriba, al plano donde se halla la realidad superior, más ancha, extensa y profunda que cualquier otra.

            Este arte que se halla en los templos y ámbitos de carácter religioso nos lleva, al menos a este bloguero, a la consciencia (así, con 's' de hacerse consciente) de lo trascendente, lo 'habitado' (en un silencio inexplicable pero no limitado a la mera ausencia de sonido) por quien tiene como propio aquel ámbito o 'mundo' en que se vivencia, digámoslo ya abiertamente, la realidad de Dios. Y no hacemos esta 'confesión' para suscitar ninguna polémica o cuestionamiento. Es otra la intención de este escrito. Trato de exponer cómo esa realidad trascendente, que doy por cierta, 'aparece' ante los ojos del contemplador, si se para y va más allá de la inicial impresión de lo simplemente bello. Sobre este punto debo remitirme a la personalidad que con mayor maestría ha tratado de esta materia: Romano Guardini, en su breve pero muy sustancioso estudio sobre el lenguaje del arte religioso.


Basílica de San Juan de Baños (Palencia

            Expone Guardini la existencia en el arte religioso cristiano de dos tipos o 'modelos' de imagen, a las que denomina 'imagen de culto' e 'imagen de devoción'. No voy a desarrollar toda su cuidada exposición, basta con indicar, como resumen, qué entiende por tales imágenes y dónde se las encuentra. La 'imagen de culto' es una figura que revela o de la que 'emana' profundidad trascendente, y suscita en el contemplador la actitud (y el sentimiento correspondiente) de 'adoración' y el 'impulso' a prosternarse, a caer de rodillas (y en lo más extremo, 'rostro a tierra'). Sería lo que le ocurre a Moisés ante la zarza ardiente, cuando intenta aproximarse. Le habla Dios desde el fuego y, ante todo, le ordena: "Descálzate, porque estás en terreno sagrado". Moisés se quita las sandalias y se cubre el rostro con el manto (ver Éxodo 3, 1-6). Esta imagen produce 'sobrecogimiento', 'temor santo' (que no es pánico o pavor, pero sí enorme respeto ante la realidad de lo sagrado, de 'lo santo', es la percepción del misterium fascinosum).  
 
Vidriera sobre dibujo de San Rafael Arnáiz. 
Monasterio de San Isidro de Dueñas (Palencia)  

            La segunda forma es la 'imagen de devoción'. Aquí percibimos un Dios 'afectuoso', que invita a acercarse y hasta a dialogar con él. Correspondería a la frase de Jesús durante su discurso de despedida en la última cena: "A vosotros no os llamo siervos, sino amigos, porque os he comunicado lo que mi Padre me ha dicho" (ver evangelio de Juan 15, 14-15).

            Pues bien; Guardini, y nosotros compartimos su magistral explicación, asigna estas dos imágenes a dos estilos de arte y a su iconografía: románico, para la primera, y, desde el gótico al barroco, para la segunda. No extendemos dicha imagen hacia el arte de 'blandura' devota, 'rosácea', del siglo XIX porque en éste lo que se produce es ya una degradación del sentimiento religioso y artístico, que decae hacia la 'sensiblería'.

            Basten dos someros ejemplos para ilustrar ambos tipos de imagen. Como 'imagen de culto', el prototipo es, en escultura, el Pantocrator, el Cristo Señor del Juicio y bendiciente, y en pintura el icono del rostro de Cristo. Y aún más expresivo resulta en imágenes marianas. Es 'imagen de culto' la figura sedente de la 'Theotokos', la Madre del Salvador, con el Hijo sobre sus rodillas y María con mirada dirigida al frente, al igual del Hijo. 


Virgen de Marzo. Monasterio de Silos (Burgos)


Es 'imagen de devoción' la figura encantadora (propia del Gótico) de la Virgen, de pie o sentada, sonriente, con el Hijo en brazos o en diálogo y con una mirada o gesto de cariño entre ambos.



Imagen de alabastro modelo francés del siglo XIV 

            Siento que me estoy extendiendo más de lo deseable en lo 'teórico', pero era necesario para que el lector entienda lo que diré sobre la experiencia de lo vivido en las visitas veraniegas. Entre los numerosos templos visitados, con suficiente morosidad como para apreciar su 'mensaje', hemos contemplado imágenes de las dos clases. Pero esa 'cualificación' guardiniana puede extenderse también al arte supremo de la arquitectura, y es de éste del que más muestras hemos podido contemplar. En los casos más notables se da la conjunción de ambos tipos en el mismo templo. Por excelencia, lo hemos hallado en la fascinante basílica de San Vicente, en Ávila: las bóvedas de las naves laterales son románicas, con arcada de medio punto y arcos fajones, mientras que la gran nave central luce una estructura ojival (estamos ante el románico cisterciense, padre del estilo gótico). Una impresión asombrosa, aunque no única. 



Basílica de San Vicente. Ávila. Naves lateral (románica) y central (ojival)

Lo mismo que en San Vicente, ocurre con la magnífica iglesia parroquial de San Pedro, de Ávila, de estructura idéntica a la anterior, lineas románicas de bóveda redondeada en las naves laterales y ojivales en la central. Y como arquitectura del románico ojival cisterciense hay que mencionar el ejemplo formidable de la colegiata, antigua abadía, de Santa María la Real, de Aguilar de Campoo, realzada además su belleza por la impecable restauración que luce. Imponderable impresión y recogimiento nos llenan al recorrer estas estancias en su recuperado esplendor. Y para no dejar algo digno de mención en el 'tintero de la memoria', la iglesia principal del gran pueblo palentino mencionado, que no sólo merece fama por sus fábricas de galletas, sino por su arquitectura urbana (su plaza de Santa María es una joya con su derredor porticado) y por sus templos, sobre todo la colegiata de San Miguel, de un gótico formidable, además de conservar elementos románicos, y no olvidemos su esplendoroso retablo mayor, del más refinado manierismo, con escenas magistralmente talladas y una imagen central de San Miguel de una belleza admirable. Y con ello tocamos el segundo capítulo, el de escultura.

            En este arte de suprema expresividad humano-divina, el llamado 'prototipo', el Pantocrator, lo hemos podido contemplar, hasta quedar sumidos en callado asombro admirativo, en la soberbia portada de la iglesia de San Juan, en Moarves de Ojeda, otro pequeño pueblo que atesora este monumento digno del mayor espacio. Es figura de apabullante expresividad (además del lujo de su indumentaria regia) por el poder que 'emana' de su aplomo y su rostro. Ciertamente hay que 'descalzarse' ante este 'Señor de señores', que porta en su mano izquierda el libro sellado, signo de su cualidad de dueño de la revelación, según nos dice (aunque visto como 'cordero') el libro supremo del Nuevo Testamento, el 'Apocalipsis'. 


Pantocrator de la portada de San Juan. Moarves de Ojeda (Palencia)

Este Salvador se halla flanquedo por el tetramorfos, símbolo de los cuatro Evangelistas, y las imágenes de un maravilloso apostolado. Y el tema se repite en los relieves de la extraordinaria pila bautismal que se halla en el presbiterio del templo.  

            Y, como 'imagen de devoción', ¿qué? Nos quedamos con una deliciosa figura mariana, adosada al fuste de la columna que se encuentra frente a la portada lateral de la abulense iglesia de San Vicente. Sublime manifestación de la afectividad gótica, difundida por San Bernardo, la de esta Madre a quien el Niño que porta está haciendo una caricia en el rostro.


Detalle de la imagen mariana adosada  una columna en San Vicente de Ávila.

Pero, antes, hay que citar la insuperable Anunciación de esa portada lateral. Estamos todavía en el románico, pero ya, la expresividad de María y el Ángel, aparte de la riqueza de las respectivas indumentarias, nos están hablando de una 'apertura' estilística con actitudes en el diálogo que nos recuerdan el mismo tema en el relieve del claustro de Silos, exentas ambas de todo hieratismo


Anunciación. Portada lateral de la basílica de San Vicente. Ávila.

            Pues bien, para terminar: Lo que Guardini indica como 'reacción emocional' ante ambos tipos de imágenes (arquitectónica o escultórica) lo hemos experimentado en estas visitas del arte castellano medieval: Sobrecogimiento, 'llamada' silenciosa, pero de enorme fuerza, hacia una altura, un ámbito, en el que domina la plenitud de Ser Sagrado, ha sido lo suscitado por la mayor parte del arte románico de Palencia y la Ávila 'ancestral'. Y la devoción, la invitación cordial a la confianza en una cercanía del Verbo encarnado y de su Madre Virgen, en las figuras de Cristo y María que pueblan retablos como los de la catedral abulense y, como un lujo concentrado, las imágenes de la exposición 'Las Edades del Hombre', en memoria de la mujer que con más hondura y autenticidad ha sabido evocar la cercanía de Cristo a su criatura: Teresa de Jesús.

             
Mirada de Santa Teresa. Detalle del 'retrato auténtico' 
que conservan las Carmelitas Descalzas (Teresas) en Sevilla.

1 comentario:

  1. Se queda uno sin palabras ante tanta belleza y tan pedagogicamente bien explicada. Gracias.

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