jueves, 31 de agosto de 2017

NOSTALGIA


IMÁGENES DE MELANCOLÍA

DESDE LA LEJANA ANDALUCÍA, CON NOSTALGIA DE SANTANDER, EN AGOSTO



La bruma se ha adueñado del ambiente, flota sobre el mar de la bahía santanderina en una tarde de agosto. La línea de las opuestas montañas, Peña Cabarga, Solares y los más lejanos, sólo visibles en días de cielo transparente, ha quedado oculta por la niebla, que se posa en el mar y difumina la imagen de las ligeras naves y hasta el próximo velero de tres palos, testimonio orgulloso de algún ricacho fardón. Pero esto no importa. Lo sugestivamente bello es el desdibujamiento de las formas de naves y estelas espumantes dejadas por el veloz paso de rápidas lanchas, con un fondo de espesa niebla.

Imagen de melancolía, como el sentimiento brumoso del espíritu inundado de nostalgias y ansiedades, que borran su huella gracias a la contemplación de esta belleza desflecada. Todo invita a quedar absorto en la elevada terraza, donde el panorama se abre a horizontes de mágica profundidad, hoy empañada por la pátina de la bruma. Sobre las demás embarcaciones, que surcan ligeras la serena superficie del agua, en una bulliciosa procesión marinera de la Virgen del Carmen, destaca la gallarda silueta del soberbio velero, posado con indiferencia hacia la multitud de menores embarcaciones que lo rodean. Es también como una llamada a disfrutar una desconocida experiencia: pasear sin prisa por la estilizada cubierta mientras alrededor bulle el festivo jolgorio de la devoción a la Virgen marinera.




El espíritu, en la contemplación sosegada de estas evocadoras imágenes, que permanecerán indelebles por el registro de la cámara fotográfica, se expande en el descanso que despierta el recuerdo, con nostalgia, y hace brotar el sentimiento en sugerentes versos, fruto de esta visión serena, calmada, de la ancha y profunda bahía de Santander en un atardecer nimbado de nubes y brumosos celajes, visión que encierra la la remembranza de este prodigio en un verano en el que no he tenido el privilegio de hallarme ante la perspectiva de su maravillosa belleza. Versos como desflecados, envueltos en la bruma de la nostalgia:

Melancolía, cadencia nebulosa,
brumosa imagen de tristeza humana,
nimbada por el eco
de sublimes adagios mahlerianos
que hablan de ternura acariciante
en íntimo silencio,
como vuelo suave de unas alas
que nos rozan sin prisa ni apetitos,
sólo amor sonriente
que hace olvidar desdichas y sombrías
voces intempestivas.

Brumosa soledad en compañía
de un ser inalcanzable,
que se esfuma en la niebla,
como el grácil velero
de esbelta silueta, reposado
entre el fragor festivo de las barcas
que dibujan estelas espumantes
sobre la superficie
del mar bajo las nubes,
y en la extensa planicie de las aguas
de la abierta bahía santanderina.

Belleza inmarchitable,
señuelo de vital melancolía,
que inunda con su bruma los espacios
del sosegado espíritu,
con recuerdo de extensos horizontes
contemplados en calma, sobre el tiempo.


4 comentarios:

  1. Santander me trae entrañables recuerdos. Muy bonita poesía.

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  2. Maravilloso texto y preciosa poesía que encierra los recuerdos de un bonito tiempo vivido.

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    1. Muchas gracias por los elogios. Hay tantas vivencias vinculadas a esa ciudad que los versos salen sin esfuerzo.
      Cordial saludo.

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  3. Compartimos nostalgia. Para los que vivimos cerca del mar y no nos gusta el calor Santander es la ciudad soñada. El lugar en el que me hubiera gustado jubilarme. Gracias por la poesía y las fotos.

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