Comentario a un concierto memorable, que aúna lo humano y lo
Divino.
La sacristía de la catedral de Jaén fue escenario el pasado
28 de mayo de un acontecimiento artístico de primer nivel: el concierto de la Capella Prolationum
y el Ensemable la Danserye ,
que ofrecieron la Misa
"Mille Regretz", del
insigne compositor renacentista sevillano
Cristóbal de Morales, como final del ciclo "Los jueves de la Catedral ".
Los intérpretes actuaron con la elegancia y empaque de un
conjunto propio de la época de esa famosa composición, haciendo su entrada
desde el la antesacristía en 'sonora' procesión animada por una fanfarria
expuesta donosamente por los instrumentos de antigua factura y sonido:
trombones, cornetto, chirimía, sacabuche, etc. La interpretación de la misa fue
igualmente impecable, con un aliciente visual añadido: Se utilizó como
partitura un facsímil de la original, que fue colocado en un gran atril.
Magníficas la voces de todos los cantantes, muy bellas y bien conjuntadas.
Pero lo que más me interesa destacar es la admirable
conjunción de dos áreas eminentes de las bellas artes: la música y la
arquitectura. Escuchar esta hermosa obra musical en el marco donde se
interpretó, la insuperable obra vandelviriana, como es la sacristía de la
catedral de Jaén, fue una experiencia que no se vive frecuentemente. Ese
espacio arquitectónico, de factura y proporciones asombrosas, con la doble fila
de tres arcos en los paramentos frontal y trasero, contrastados o más bien equilibrados
por los cinco arcos de los laterales, arcos de alternada anchura, y todo ello
soportado en pares de columnas en paredes y de cuatro en los rincones; todo
este despliegue de genialidad de diseño y construcción expresa con tal
perfección la suprema elegancia de la concepción espacial renacentista exhibida
por Vandelvida, que suscita una sublime sensación de paz y armonía en el
contemplador, algo que llega a lo inefable. Porque si la catedral de Jaén ha
sido en cierto modo definida o calificada como "armonía perfecta" por
el arquitecto jaenés Dr. Ortega Suca, ese calificativo encuentra su más plena
justeza y autenticidad en el espacio de la sacristía, que reúne las máximas
cualidades de perfección armónica del recinto catedralicio. Y si a tal impresión
visual se unen los sonidos exquisitos de un genio compositivo como fue
Cristóbal de Morales, en una misa compuesta en honor del emperador Carlos V,
inspirada a partir de una 'chanson' del
gran Josquin des Pres, miembro de la capilla palatina del gran monarca español
y europeo; en tal coincidencia la conjunción de ambas artes, cultivadas a un
nivel de perfección como pocas expresiones de las misma cabe hallar, el ánimo
del contemplador es elevado a estratos de emotividad y hondura que permiten
imaginar cuál fue el ambiente que se pudo disfrutar en aquel periodo en el que
el arte español alcanzó cúspides de insuperada altura al reunir en muchos de
sus espacios hispano y americano esta conjunción perfecta. Y todo ello guiado
por una motivación de la máxima altura, pues las artes en sus diversas formas y
manifestaciones se dedicaron por antonomasia a la mayor gloria de Dios (dicho
con expresión de otro supremo personaje de aquel tiempo de suma magnificencia,
Ignacio de Loyola: "ad maiorem Dei
gloriae").
Todo en la
España imperial se orientó a tal empeño y dio lugar a
'hazañas' (a pesar de sus innegables limitaciones) como el alumbramiento y
cristianización de un nuevo mundo, en cuya plasmación tuvieron mucho que ver
los creadores de las artes plásticas y los del ámbito musical, como muestran
las obras que han quedado a ambos lados del océano Atlántico. Esta admirable y
suma conjunción de música y arquitectura nos fue dado disfrutar a los
asistentes a aquel afortunado evento.
Pues no hace falta añadir ningún comentario. Enhorabuena por haberlo disfrutado. Y gracias por compartirlo.
ResponderEliminar