Ahí están, un año más. Puntuales, precisos (y preciosos en
su polícroma belleza), los lirios: blancos, morados ¡y amarillos! (jamás vistos
hasta hace tres o cuatro años en el monasterio de Las Escalonias). Ahí se yerguen en lo alto de
su tallo esbelto, que apuntan otros más, no muchos. No es sorpresivo, porque
siempre se esperan, los espero.
Este año un poco más tarde: el frío y las lluvias
persistentes han retrasado algo su floración, pero, en cuanto se ha suavizado
la temperatura, tras la eclosión de las puntiagudas hojas, como espadas de doble filo, han aparecido esos
tallos con su radiante mensaje primaveral en lo alto, que ha abierto la
sencillez sublime de sus flotantes pétalos, que encierran la increíble finura
de sus jaspeados dibujos interiores, casi ocultos por los dobleces de las suaves hojas en
el arranque del verde cáliz. Un prodigio de belleza que no puede menos de
remitir y evocar el poder del Creador, porque no se ha dado al ser humano, ni a
un oculto y extraño germen la cualidad de acumular tal grado de hermosura.
Un año más, la creación, de la mano de su Hacedor, se hace presente entre el verdear de otras macetas, de las cuales irán apareciendo sus coloridas flores, como ya lo están esos maravillosos geranios pelargonios de flor con un rojo de vino tinto oscuro bordeada de blanco.
Lirios primaverales, pregoneros de la estación que fascinó a
los antiguos y renacentistas, antes de que comiencen a florecer los geranios
con su múltiple policromía. Primero, blancos, mensajeros de un devenir que se
renueva incesantemente, preludio de otros, de profundo color morado, como los
que adornan el monte de los pasos de Crucificados que desfilaron en Semana
Santa, escoltados por negros capirotes. Y, finalmente, amarillos, de un color radiante, pleno, figura de la luz del sol.
Mensaje de Resurrección, de triunfo de la vida sobre la
muerte, del gozo sobre el dolor, aunque, en este caso invertidos en el orden
existencial: primero el blanco y después el austero morado de los otros, que ya
apuntan sobre la gráciles varas, mientras contemplo cómo los blancos, en pocos
días, se van marchitando; destino que aguarda a los que florecerán
seguidamente y a esos radiantes
amarillos, que aparecen en último lugar. Aparecer, lucir brevemente, pocos días, y
marchitarse: Triste realidad de la naturaleza feneciente, imagen del fenecer de
nosotros mismos, pues no escapamos los humanos a la ley del vivir para morir,
que afecta a todas las criaturas vivientes. Por ello, la fascinación que suscita su belleza no puede convertirse en soporte de la existencia. ¿Qué es lo que perdura, definitivo, lo fiables? Los creyentes nos dirigirán a Dios, sin embargo tan imperceptible, inasible, tan oculto en la inmensidad de su misterio, aunque durante un breve tiempo se hiciera presente, para marcharse "al inmortal seguro", como dice el poeta, y dejarnos sumidos en la sombra de los símbolos. Nuestra fe nos remite a un horizonte escatológico, de un futuro que debería suscitar esperanza, pero que llega a agotar la paciencia del esperante.... Pero no nos deslicemos a la
consideración filosófica, y más de signo pesimista. Baste ahora detenernos en
esta realidad bellamente fugaz, como la luz de la nueva primavera está
destinada a pasar hacia el tórrido calor veraniego que agostará el frágil
brillo de las flores.
Aunque, antes de despedirme, deseo aludir a otra flor, no por su
condición primaveral, ya que se la puede encontrar en pleno invierno, sino por
el mensaje luminoso que fulge en sus bellísimos pétalos de variedad colorida
realmente incontable. Es el pensamiento, una flor de estructura muy sencilla,
cinco pétalos, tres de tamaño algo mayor que aparecen como opuestos a dos algo
más pequeños.
Y el color tampoco es uniforme; los tres mayores lucen un color
en su zona central, rodeada de otro que lo circunda, mientras que los dos
menores tienden a mostrar un color que cubre todo el pétalo y suele ser de la
misma tonalidad de la que tiene el centro de los pétalos mayores. Pero esto no
permite hacerse idea de la variedad del colorido de estas flores, que no lucen
un color uniforme, sino que muestran unos jaspeados y caprichosos cambios que
causan asombro.
Tal ves sea la flor con mayor diversidad en el color de sus pétalos
de tacto aterciopelado y de una luminosidad realmente asombrosa. Son flores que
se utilizan para cubrir macizos ajardinados en la vía pública por la enorme
variedad de sus colores, aunque la vida de la planta es muy efímera y no puede
guardarse en maceta. Más que estrujar el magín intentando una descripción
veraz, basta mostrar alguna de estas flores de increíble belleza, que nos
remiten sin duda a la maestría del Autor de tales prodigios.
Pensamientos, flores que acaso tengan este nombre alusivo a
la inabarcable variedad de las ideas que destila la fantasía e imaginación de
la mente humana y a las múltiples facetas de las mismas. Mensaje de perenne
primavera en cualquier espacio en que se las encuentre.
Queda clara tu afición por la naturaleza, en general, y por las plantas y las flores, en particular. Y a diferencia de lo que me sucede a mí, a ti se te da bien cultivarlas.
ResponderEliminarEn ausencia de mi esposa, quedo al cargo de regar las que ella cuida en nuestra terraza. Y se me da fatal. Nunca sé si tienen suficiente, poca o mucha agua.
A ti, además y como no podía ser de otra manera, su florecer te inspira una prosa que casi es poesía. No en vano también eres poeta.
En fin, muchas gracias por tan espléndido regalo en el día de la madre. Que coincide con el cumpleaños de la mía.
Un fuerte abrazo.