miércoles, 16 de diciembre de 2015

MENSAJEROS DE LO DIVINO

TIEMPO DE ÁNGELES

            No es cosa de seguir con la escatología y sus acentos 'tremendistas' en pleno mes de diciembre, a tres días del 18, la fiesta de la Expectación del parto de Nuestra Señora la Virgen María, o sea, la Virgen de la Esperanza, la Virgen de la O (por las antífonas de las Vísperas de esa semana, hasta el día 24, que comienzan con la exclamación admirativa: ¡Oh... ! y evocan los nombres del esperado Redentor). Dejemos la escatología para la Cuaresma, con su llamada al recogimiento y el recitado del 'Miserere' penitencial.

            Es tiempo de ángeles, ángeles y arcángeles que pueblan los aires y traen mensajes misteriosos, incomprensibles para el pobre caletre del ser humano sumido en la postración de sus limitaciones..., aunque presuma de lo contrario. 


Ángeles que se dejan ver y oír, que acuden a visitar en la casa humilde de una muchacha nazaretana y le anuncian algo absolutamente insólito (¿será posible?): "Alégrate, agraciada... No tema, María, concebirás y darás a luz un hijo, que llamarás Jesús... Es Hijo del Altísimo y salvará a su pueblo...Para Dios nada hay imposible".


Ángeles misteriosos, que se dejan adivinar en el sueño de un varón sencillo, un joven enamorado sumido en la confusión y el desencanto... "Pero, ¿es posible..., ella, María, la casi intocable...? ¿Qué hacer... ?. No, no voy a denunciarla y ponerla en evidencia, como adúltera, ante el pueblo..., que la apedreará hasta morir. No. La dejaré en secreto..., me alejo, me voy de Nazaret, si es preciso..., pero denunciarla, eso no...Ya está... ¡Qué sueño tengo, Señor, qué cansancio!..." Y la voz sugerente, el aviso del ángel invisible: "No temas, José, hijo de David..., lo que hay en María viene del Espíritu Santo... Te la puedes llevar tranquilo a casa". El alivio en la fe, porque este hombre justo no entiende nada, pero acepta a su esposa, a María, encinta.



            Tiempo de ángeles. Ángeles mensajeros: "No temáis; os traigo una buena noticia. En la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías el Señor... Un niño acostado en un pesebre...". Ángeles, legión de ángeles músicos... "¡¡¡ Gloria a Dios en el cielo...!!!". Ángeles que tañen vihuelas, clavicémbalos, violas de gamba, arpas, flautas.., brincando revoloteando entre nubes, imaginados por artistas soñadores, sondeadores del misterio.


            Ángeles protectores, vigilantes, aunque otra vez en el sueño: "Levántate, toma al niño y a su madre y vete a Egipto hasta que yo te avise". Y José se levantó, de noche y marchó a Egipto.

            Tiempo de seres que evocan los cantos litúrgicos y piadosos:

"Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal"



            "Pero, bueno, oiga: ¿en qué quedamos?", nos dice el sesudo pensador, el hombre de ciencia experimental...¿Ángeles?...¿No es eso una reminiscencia de las culturas mesopotámicas, de Babilonia, Asiria, Persia... ¡Ángeles..., querubines...! ¿no eran los animales alados, con caras de hombre y altas coronas, que guardaban las avenidas y puertas regias en las capitales de esos reinos..., e imponían respeto y hasta terror?... Es verdad que pasaron a libros proféticos del Antiguo Testamento y de ahí incluso al Nuevo... Pero, ¡a estas alturas!. Y esto se ha difundido entre creyentes que se estiman fieles serios, hasta entre clérigos y ¡teólogos!. los 'científicos de los divino'. Así está 'la cosa'.

            Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado antesdeayer, como quien dice, el 11 de octubre de 1992, en cumplimiento del mandato del Concilio Vaticano II, con la firma de un papa penúltimo, hoy canonizado, San Juan Pablo II, este texto que se considera la 'doctrina oficial de la fe católica' de su Iglesia, y que por tanto, debe ser creído por lo fieles de la misma, nos habla de los ángeles en un montón de apartados (basta consultar el índice temático del Catecismo en su epígrafe "Ángel" para ver la abundancia de referencias). Baste sólo un breve punto, el 328: "La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición". las dos fuentes de la revelación divina, Escritura y Tradición, están, por tanto de acuerdo 'unánimemente'.... Para saber la seriedad, la 'gravedad' del asunto, de cómo hay que acoger esta afirmación, consúltese el punto 150 del mismo Catecismo.


            Tiempo de ángeles, tiempo fascinante, en el que, en cierto modo, Dios se desborda y se vuelca sobre el mundo hechura suya, sobre el cosmos, las criaturas astrales y terrestres, y lo hace por medio de sus mensajeros, lo ángeles, millares de seres a sus órdenes. Su visión es irresistible para el hombre, de modo que generalmente el propio ángel da la capacidad de soportarlo con la frase "No temas. Sin embargo, en las legiones de ángeles que anuncian la Navidad a los pastores cercanos a Belén y cantan alabanzas a Dios, no hay señal de pasmo ni terror, sino de felicidad. Y los pastores lo creen enseguida y salen corriendo a Belén: "Vamos a ver esto que nos ha dicho el Señor".


            Tiempo de maravillas, en el que Dios, inexplicablemente, se hace niño desvalido, cercano a nosotros. ¿Estamos en condiciones de recibirlo, o, acaso, tan distraídos preparando cenas y convites, con langostinos, pavos trufados, dulces cavas y licores, que ni nos enteramos de qué va ese anuncio? ¿Tendrá que aplicársenos la frase profética de Isaías en la que tiene su origen la tradicional presencia del asno y el buey en el Portal de Belén?: "Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no entiende" (Is 1, 3)




            Que los santos ángeles nos guarden y traigan con sus cánticos el mensaje de la Sabiduría, que se encarna parta los sencillos de corazón y se oculta a los sabios y entendidos de este mundo.  

1 comentario:

  1. Gracias por recordarme la profecía de Isaias. Ya no recordaba el por qué del asno y el buey en la representación del Nacimiento más allá del hecho de ser un pesebre.
    Después de muchos años, alejado de casa por motivos familiares, he disfrutado volviendo a montar el Belén. Y no me he olvidado del ángel, por supuesto.

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